Los callos en pies y manos son altamente frecuentes. Sobre todo en deportistas y en personas cuyo trabajo requiere sobrecargas físicas. Pero, ¿qué son en realidad? ¿Cómo se forman? ¿De qué manera debemos tratarlos? En el post de hoy te contamos las características más comunes de esta patología.
La hiperqueratosis, más conocida como «callos» o «durezas», consiste en el engrosamiento de la capa más superficial de la piel. Esta capa está compuesta por una proteína protectora llamada queratina, que actúa cuando se produce una fricción constante en una zona determinada del cuerpo. Existen dos grandes tipos de hiperqueratosis: la palmar (cuando ocurre en las palmas y/o dedos de la mano) y la plantar (cuando afecta a las plantas y/0 dedos de los pies). Aunque la causa principal es la fricción, irritación o presión de una zona de la piel, también existen casos de herencia genética en los que los pacientes presentan este tipo de afección de manera natural.
Cómo se manifiesta
Aunque en este post estamos hablando más concretamente de los callos porque es la afección más común, la hiperqueratosis puede presentarse de diversas maneras:
- Callos o durezas: sucede cuando se crea un cúmulo de células muertas de la piel que se van «amontonando» hasta generar un pequeño abultamiento en la zona. Suele producirse, por ejemplo, en deportistas que practican habitualmente el levantamiento de pesas o en trabajadores de logística que recorren muchos kilómetros diarios con un calzado demasiado presionado.
- Eccemas: en este caso, tiene lugar en enrojecimiento de la zona, la inflamación y la aparición de pequeñas ampollas. Este tipo de eccemas generan sensación de escozor y quemazón en el paciente y, si no se consigue que remita, puede tener como consecuencias la sequedad de la piel y la pérdida de vello focalizada.
- Hiperqueratosis folicular: se trata de la presencia de diminutas manchitas coloradas. Tiene un aspecto similiar al de la dermatitis, pero en este caso, con relieve sobre la piel. Este tipo de afección es menos frecuente y suele estar generado por una sobreproducción de queratina.
Tratamiento para los callos
A pesar de que no es considerada una patología grave, los callos pueden llegar a resultar muy molestos para los pacientes que los padecen. Especialmente cuando se encuentran en zonas de mucho roce como la planta del pie. Por ello, es recomendable tratarlos desde la primera aparición, con el fin de evitar que se agrave. Existen numerosos productos farmacéuticos (piedra gómez, adhesivos específicos, etc) que pueden facilitar la reducción de la dureza. En caso de que perdure, es recomendable visitar a un especialista que pueda tratarlo de manera directa. En ocasiones, si existe gran cantidad de callos y su volumen no permiten funciones cotidianas como caminar o agarrar, se puede realizar una pequeña intervención para limpiar y regenerar la zona.
Recuerda que puedes pedir cita con nuestros especialistas si necesitas más información sobre cualquier patología.