El esguince de tobillo es una patología muy común, especialmente en personas deportistas o con empleos que requieren una gran carga física. No obstante, el esguince de tercer grado es algo menos frecuente. Por ello, en el post de hoy te contamos cómo suele desarrollarse esta patología y de qué manera se debe tratar.

El esguince de tercer grado se considera una lesión severa en la que tiene lugar la distensión excesiva de uno o varios ligamentos. En estos casos, el tejido no es capaz de soportar la tensión y produce la rotura de las fibras ligamentosas. Este tipo de lesión requiere la inmovilización completa de la zona, así como sesiones de fisioterapia y rehabilitación para una próspera recuperación.

Síntomas y causas

Las causas principales del esguince de tercer grado suelen ser, generalmente:

  • Una caída en la que el tobillo se tuerce exageradamente
  • Una mala pisada al apoyar el pie tras un salto o un giro (voltereta, mortal…)
  • Caminar o correr habitualmente sobre una superficie irregular
  • Un accidente externo (si te pisan el tobillo practicando un deporte, al tratar a un animal, ect.)
  • Lesiones anteriores (si se han padecido esguinces previos, el tobillo queda debilitado y es más propenso a este tipo de lesiones)

En cuanto a los síntomas, existen algunos muy significativos que representan esta patología y que desde el principio avisan de su desarrollo:

  • Notable dolor, especialmente al apoyar el pie afectado
  • Molestia (sensación de pinchazo) al tocar el tobillo y la zona de alrededor
  • Hinchazón o inflamación del pie
  • Aparición de hematoma (durante las horas siguientes al accidente comienza a aparecer un gran moratón)
  • Inestabilidad en el tobillo
  • Imposibilidad de caminar con normalidad (cojear)
  • Escasa amplitud de movimiento (cuesta girar el pie)

Tratamiento

A pesar de que no suele ser necesaria la intervención quirúrgica, el esguince de tercer grado implica una recuperación larga y lenta en el tiempo. En primer lugar, será necesaria la inmovilización del pie y parte de la pierna mediante escayola. Además, se deberá caminar con muletas o silla de ruedas. Superada esta fase (el especialista indicará cuánto tiempo deberá mantenerse), se procederá a la retirada de la escayola. En este momento comienza el verdadero periodo de recuperación. Se deberá acudir periódicamente a sesiones de fisioterapia, donde se realizarán diferentes ejercicios para fortalecer los ligamentos y recuperar ligereza al caminar, correr, ect.

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